Lo ordinario en un contexto extraordinario: Reflexiones sobre las emociones que vive la familia en el contexto de la pandemia
En una familia que está buscando nuevamente su equilibro, ¿qué lugar tienen las emociones de los ...
Acabo de leer el libro “99 historias de éxito de hábitos” referidos a los hábitos que famosos autores, emprendedores y celebridades consideran que han contribuido a su éxito (Stawicki & Ingraham, 2020). Tchaikovsky caminaba exactamente dos horas diarias; Schiller necesitaba oler peras para ponerse a escribir; Dalí dormía siestas sentado en una silla sobre una plancha de metal con una cuchara en la mano de modo que al quedarse dormido soltaba la cuchara que con el ruido de la caída lo despertaba para seguir su trabajo; Demóstenes se afeitaba media cabeza cuando empezaba a escribir y no salía a la calle hasta que hubiera crecido, para enfocarse en sus escritos; Víctor Hugo escribía desnudo y su asistente le daba su ropa solo luego de terminar su tiempo diario de trabajo; Obama aún siendo presidente empezaba el día temprano, leyendo diarios y tomando desayuno con sus hijos; Bill Gates se levanta cada día a hacer una hora de ejercicios en el andador mientras ve programas de la Teaching Company de los más diversos temas desde la geología hasta la historia para estimular su mente; Hemingway solo escribía en las mañanas para reflexionar en las tardes; Thomas Edison tenía como meta una invención menor cada 10 días y una mayor cada seis meses; Nietzsche escribía parado; y así muchos más.
Lo interesante de estos datos es que las rutinas convertidas en hábitos estructuran a las personas, las organizan, les dan seguridad y libertad para producir de acuerdo a sus capacidades, de manera mucho más eficaz que cuando trabajan en ambientes caóticos, desordenados, con un uso arbitrario del tiempo, dejándose llevar por impulsos de momento, que pueden ser muy creativos pero a la vez fracturados u ocasionales.
Cuando los padres de niños de educación inicial y primeros grados de primaria me preguntan para qué sirve la educación a distancia en niños menores que están conectados por períodos breves con los medios radiotelevisos o digitales a distancia, -acompañados por alguno de sus padres-, les comento que hay dos aprendizajes que hay que valorar gracias al tiempo en contacto con las maestras, aun si es más reducido que el de los mayores, dadas las menores capacidades de atención de los niños de esas edades. Según la mayoría de los científicos dedicados a la infancia y niñez esas son las edades más plásticas de las personas, en las que los estímulos diversos aportan las más grandes oportunidades para el óptimo desarrollo neurológico, cognitivo, motor, emocional, y además se constituyen en el andamio sobre el cual se sostendrán las experiencias, aprendizajes y construcciones emocionales posteriores.
Un aprendizaje se deriva de observar a los profesores y las reacciones de sus hijos. Con ello los padres van interiorizando una cultura de crianza. Pueden observar la manera como los profesores se relacionan con los alumnos, los motivan, juegan, estimulan, gestionan sus intervenciones y relaciones interpersonales, regulan sus conflictos, ponen límites (algo cuya carencia a los padres luego les cuesta caro corregir cuando sus hijos son mayores). El otro es el de la creación de hábitos (que les servirán para todo su desarrollo posterior), que se construyen sobre las rutinas que emergen de cumplir horarios para conectarse, formas de sentarse y focalizarse en ciertas actividades comunes a todos, la responsabilidad para rendir cuentas según las consignas dadas, la regulación del tiempo y oportunidad para intervenir cuando están en grupo con sus compañeros, la consecuente construcción de la autonomía para regular su conducta, realizar sus actividades y resolver problemas.
Obviamente es un proceso paulatino, pero no tengo dudas que si los padres al cabo de 30 ó 45 días comparan los logros de sus hijos en relación al día 1, podrán apreciar avances considerables… Ese es un buen momento para preguntarse qué pasará de aquí a fin de año y cuánto habrían perdido hacia diciembre de no haber tenido ese contacto a distancia durante el año.
Sugiero tomar un tiempo para reconocer estas ganancias secundarias que se generan debido a la educación a distancia, aún en el contexto desfavorable que nos toca vivir este año 2020.
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