En toda esta crisis del coronavirus, los niños solo han sido tratados como potenciales agentes contaminantes de los demás, especialmente los enfermos y ancianos. Casi como potenciales asesinos de los vulnerables. A la par, son tratados como si fueran adultos en pequeño, a los que las autoridades no les hablan de acuerdo a su edad y necesidades, sino como parte del mismo mensaje con el que se dirigen a los adultos. No se respeta su identidad infantil, como personas cuya salud mental está amenazada, que necesitan que sus sentimientos y pensamientos sean abordados de modo específico, ya que están cargados de temores, angustias, confusión, y finalmente miedo a morir o que se mueran sus padres y abuelos, que es lo que se escucha todo el tiempo en las noticias.
Esos niños encerrados en su casa ni siquiera tienen la liberalidad de un perro de poder salir una vez al día a “hacer sus necesidades”; es decir, tomar aire, romper la rutina de las cuatro paredes, salir del estrés del núcleo familiar confinado (que en muchos casos incluye algo de violencia psicológica y quizá física) y de las tareas escolares que de la noche a la mañana los convirtieron en indefensos “estudiantes virtuales”.
El presidente sale en su comunicación diaria a anunciar el número de enfermos y muertos, a reiterar la promesa de la tardía compra de los kits de pruebas de identificación de la enfermedad y los millones de soles que buscan generar algún beneficio a la población. El ministro de educación sale a contestar las reiteradas preguntas de los periodistas sobre la equivalencia entre días de clases perdidos y los emitidos a distancia y la recalendarización del año escolar si se prolonga la suspensión de clases, como si no hubiera nada realmente educativo que transmitir. Y una vez más, pasa el día, pasa la noche, y nada con los niños. En ellos, otra vez esta sensación de indefensos castigados que ven como policías y militares controlan que nadie salga de su casa a la par que reciben la promesa de la cancelación de sus vacaciones escolares.¿No sería educativo y justo para ellos, que su presidente, su ministro, los líderes de opinión, se tomen unos minutos al día para dirigirse a ellos, tranquilizarlos, explicarles en sus propios términos lo que está pasando y darles ánimos para sostenerse hasta que vengan tiempos mejores?
León Trahtemberg
Líder Pedagógico Colegio Áleph