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Diseñar un programa de matemáticas en el que todos aprendan

Escrito por Admin | Mar 3, 2021 5:00:00 AM

Los actuales programas escolares de matemáticas están diseñados por especialistas en el área para que los alumnos aprendan una serie de temas o habilidades, y si no lo logran, culpan a los alumnos. Incluso usan la jerga de “logros insatisfactorios” para etiquetarlos en su incompetencia. Les piden que se esfuercen más, practiquen más, se asesoren más, que repitan el curso, que vayan a nivelación… Es como cuando uno quiere operar una TV y Cable con controles remotos y decodificadores, y si no logra hacerlo, debe sentirse culpable por incompetente, en lugar de culpar al diseñador del control remoto por hacer que su uso sea poco amigable e intuitivo.

¿Qué pasaría si el reto de los diseñadores de programas se planteara al revés? Diseñen un programa de matemáticas en el que “nadie no entienda”, en otras palabras, en el que todos aprendan. Eso no solo sería razonable desde el punto de vista del diseñador del programa, que asume la responsabilidad de que su producto funcione bien para cualquier usuario, sino además contribuye a la autoestima del estudiante que se siente competente y con ello coloca su disposición positiva al servicio de los siguientes aprendizajes. Todo lo contrario ocurre cuando el estudiante al fallar en una etapa del aprendizaje, siente que es su culpa, es incompetente, como resultado de lo cual en las siguientes etapas del aprendizaje ya ni trata de aprender, porque asume que será inútil. Uno “no sirve para las matemáticas”. Queda atrapado en su profecía autocumplida. Se bloquea.

Podríamos decir que el principal rol de los profesores es lograr que nunca los alumnos sientan que son incompetentes, sino asumir que su enfoque docente o de diseño de estrategia de trabajo no es adecuado, por lo que debe ir modificándola hasta lograr que el alumno se sienta cómodo aprendiendo. Después de todo, si hay alumnos que no son capaces de aprender de modo alguno una exigencia escolar, sea con la estrategia que sea, sea con el profesor que sea, esa exigencia se convierte en una trampa, una estafa, porque se le pide al alumno algo que se sabe que es humanamente incapaz de hacer. Es como pedirle a los alumnos que salten vallas de 2.00 m de altura para aprobar Educación Física, cosa que ni entrenando 24 horas al día el 99% de alumnos podría lograr. Esa exigencia es una estafa, un maltrato, una ofensa al alumno, porque lo hacen sentir culpable de algo que no le corresponde.

Ya es hora que el enfoque pedagógico de la escuela peruana se vuelva consistente con sus propósitos originales de que todos los niños desarrollen sus potenciales respetando las diferencias naturales entre ellos; que en lugar de ser una escuela para “el tercio superior” se convierta en una escuela para que “100% tenga éxito”. Nadie inscribe a sus hijos en el colegio para que se lo devuelvan con la etiqueta de fracasado o incompetente. Pero nada de esto se logrará mientras el Minedu siga pensando que debe haber un programa y texto escolar único, con mismos estándares rígidos para todos, un mismo tipo de evaluación y definición de nivel de logros para todos, considerando a los profesores como operarios del sistema más que como profesionales de la educación que deben adecuar sus estrategias de trabajo a los contextos específicos de cada escuela y cada alumno. Ese nivel de autonomía y capacidad de desarrollar estrategias innovadoras y personalizadas aún les resultan inaceptables al Minedu que sigue creyendo que todos los alumnos deben aprender lo mismo, al mismo nivel, con los mismos programas, tiempos, formatos, indicadores y estándares curriculares.

El reconocido científico Albert Einstein confrontando las vendas que uno se coloca en los ojos frente a las cosas que pese a todos los intentos salen mal, decía hace décadas “no pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. No se refiere a los usuarios, a las víctimas, sino a los líderes, y a los que diseñan las estrategias para lograr algún objetivo.

León Trahtemberg
Líder Pedagógico
Colegio Áleph

 

Fuente: https://www.trahtemberg.com/articulos/3737-2021-02-16-13-56-43.html